sábado, 28 de junio de 2008

28 de junio de 2008

Hola.
Ayer tuve sueños raros, y hoy es como si la memoria recordase cosas que había olvidado. Por ejemplo, recuerdo ser un niño pequeño, todavía en Alemania, y pasear en un carricoche mirando en el cielo los pájaros. También un puesto de helados que volcó, y todo se salió y se mezcló en el suelo. También el miedo al rugido de las tuberías.
Me he despertado y era de noche otra vez, pero un resplandor me guiaba a través de la vegetación y he llegado al final de la isla. A izquierda y derecha solo hay oscuridad verdosa, y enfrente está el mar. El desguace para barcos debe estar en una de las dos direcciones, así que me he sentado a pensar. Ahora estoy escribiendo esto, y no sirve para
Hace un rato, estaba escribiendo y pensando hacia dónde podía ir para llegar al desguace de barcos, y la luz de un foco me pasó rozando. Me escondí, la luz pasó de largo, pero pude ver mis manos, sucias de sangre seca. No es mi sangre, la herida está cerrada. Es la sangre de una comadreja que he cazado, y cuya carne no pude calentar porque no sé encender fuego sin mechero y tuve que dejar el cadáver pudriéndose en la selva.
El foco era de una lancha. Me están buscando a mí, y me extraña que no hayan lanzado a los perros a seguir mi rastro. Es posible que los olores de la selva desorienten a los hocicos de los perros. A mi pobre Rigo no lo confundirían, pero estos perros de policía no saben ni leer.
De todas formas, es vital que llegue al desguace para barcos y que lo haga pronto. Esta isla es pequeña y solamente puedo esconderme en la selva. Me van a encontrar y no sé a cuento de qué pero será mejor que no lo hagan.
Pero hasta mañana no puedo seguir. Estoy a punto de desmayarme varias veces, no soy capaz de seguir escribiendo y ni siquiera sé si gastar azúcar en esto es adecuado.
Ahora voy a dormir. Si mañana no encuentro el desguace no escribiré. No voy a escribir hasta que no esté en la lancha, en medio del mar. Puede, entonces, que no volváis a saber de mí nunca más. Si me muero, no os olvidéis de Rigo. Es mi perro, y está loco. Pero es bueno y listo.
Un abrazo.